Esta mañana abrí los ojos soñando despierta.

Hace unos días me di cuenta de algo. Hoy me imaginé echándole arrestos y diciéndole a uno de mis escritores favoritos que una de mis mayores ilusiones es que la portada de mi -futuro- libro sea una acuarela suya. Ayer, en el «Taller de Escritura para la autoestima» de Sol Aguirre, nos incitaba a perseguir el diez en todo aquello que fuera importante para nosotras, así que por qué no. Ese es mi diez.

En mi ensoñación él decía que sí y seguidamente me vi en la Feria del Libro de Madrid, firmando mi novela -aún sin acabar a día de hoy, y lo que me queda-. Había tres o cuatro personas que querían que les firmara el libro y yo no podía ser más feliz. Me he puesto nerviosa, lo juro. Se me han saltado los lagrimones.

He saltado a Sant Jordi. Ya escribí en otro artículo lo que me encanta este día. Me encanta mucho. Además, este retiro confinado ha despertado en mí el gusto por las flores asilvestradas, por ramos desordenados en esa belleza que da la improvisación bien hecha. Y me he visto andando por las Ramblas, quizás yendo al stand donde firmaré mi novela, si es que aparece alguien.

Pero me da igual: la he publicado, he ido a la Feria del Libro, estoy en Sant Jordi. Es todo cuanto soñé.

Solo tengo que volver a mi rincón de salitre y seguir haciendo esto que me hace feliz para que continúe.

La fama no me atrae en absoluto. Solo quiero que me conozcan los que de verdad quieran hacerlo. El dinero es importante, pero nunca he deseado un yate. Si acaso alquilar una lancha un día, pero tampoco me va la vida en ello. Necesidades básicas cubiertas, mis caprichos -véase potingues, ropa y complementos, un vinito en una terraza, libros y papelería- y un viaje al año.

Me asalta el recuerdo de mi Época Oscura, aquella que históricamente atribuimos a los Pueblos del Mar. La etapa en la que prácticamente desaparecemos, engullidos por no se sabe muy bien qué; quizás por nosotros mismos y nuestra incapacidad de salir del torbellino en el que estamos inmersos. Tampoco hace tanto tiempo, pero parece que fue en otra vida. Porque lo es.

La Edad Oscura, en la que nada parece claro, en la que todo es un misterio. Todo se oscurece, se acaba la vida tal como se conocía y, un buen día, todo comienza a andar de nuevo. Esto me suena.

Volveremos a caminar, a respirar, regresaremos y, no sé si todo será como antes, pero será. Eso es seguro. Y continuaremos para que nuestros sueños se hagan realidad.

Seremos. Seamos.

confinada-y-soñadora
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