Estas últimas semanas están siendo muy emocionantes porque estoy recuperando mi -BUEN- gusto por la música. La buena, la música de los 90 y décadas anteriores.

Desde muy, muy pequeña me sentí muy atraída por todo tipo de music y me siento AFORTUNADÍSIMA por haber crecido escuchando -entre otros muchos- a Alaska y los Pegamoides, Europe, Queen, Mecano, Smashing Pumpkins, José Luis Perales, The communards, Javier Gurruchaga, The Cramberries, Alejandro Sanz, The Corrs o Antonio Flores.

¿Qué hubiera sido de mí si fuera una millenial/postmillenial y hubiera dado mis primeros pasos -o saltos- con La Gasolina o Súbeme la radio? ¿Qué hubiera sido de nuestra generación?

Y sí, reconozco que para el cachondeo no hay nada como un buen pachangeo y soy la primera que se lanza a mover el culamen. Pero me refiero a otra cosa, ya me entendeis. Y quien me diga que la música es algo menor, que los niños no se dan cuenta…

¡Y una leche!

Claro que se dan cuenta; yo cuando cantaba una canción de Mecano sabía lo que decía, y si no entendía algo LO BUSCABA.

Ver a dos niñas de 8-10 años en el Burguer King cantando a voz en grito El taxi, a mí me provocó un parraque me puso muy mal cuerpo, qué queréis que os diga.

Y es que, lo siento, pero no hay mejor música que la de los años 80 y 90. Esas historias contadas en poco más de tres minutos, esa intensidad: la creatividad de esos años fue algo muy especial y se dio a nivel mundial. ¿Quizás fue el primer síntoma de globalización?

También me siento enormemente aliviada por la inexistencia de internet y las redes sociales.

¿Qué hubiera sido de mí, de todos nosotros, si hubiese testigos fotográficos o filmográficos PÚBLICOS de tremenda pavez? ¿De esas pintas, con esos flequillos cardados y tiesos por kilos y kilos de laca? De esos ¿MAQUILLAJES? con los que intentábamos y no conseguíamos ni de puta coña emular a la cantante o modelo de moda.

Entonces no existían esos tutoriales maravillosos en Youtube.

No, no existían. De hecho no existía Youtube. Ni Internet.

Y no solo para cuestiones estéticas. Para todo. Cuando caí en la cuenta de esto fui consciente de que no es que en nuestra generación fuésemos unos inútiles o unas estrafalarias, es que la generación de ahora lo tiene mucho más fácil para no ir…, como íbamos.

Como diría La vecina rubia ser rubia a veces es difícil. Pues os aseguro que era mucho más difícil ser adolescente en los 80-90 que serlo ahora, aunque seas rubia, incluso rubia atrapada en un cuerpo de morena.

Pero que nos se nos escape la grandiosidad de esas dificultades: por ejemplo, tener que llevarte horas escuchando Los40 para grabar la canción -¡UNA CANCIÓN!- de tus sueños y que, cuando la ponían, a la mitad te la cortara el cabrón de la radio el locutor/pinchadiscos-.

Gracias a todos esos obstáculos aprendimos a tolerar la frustración, a saber que las cosas no siempre son como queremos, que todo lo que se consigue requiere un esfuerzo porque nadie te regala nada.

Ningún profesor te pasaba de curso con más de dos asignaturas, ni a tus padres se les ocurría exigir tremenda necedad. Lo de titular y pasar de curso en BUP con una asignatura suspensa es de ciencia ficción.

Ahora, en un «mundo de perfección», en el que tenemos acceso prácticamente a todo mediante las tecnologías, muchos adolescentes desconocen la palabra NO, ignoran el sentimiento de frustración y el no tener lo que quieren en el momento. Ni en mucho, mucho tiempo. A veces nunca.

Si a todo esto le sumas la mierdimúsica que «les ha tocado» escuchar, solo me queda felicitar a las farmaceúticas por las cantidades ingentes de ansiolíticos, opiáceos y barbitúricos que van a vender.

A espuertas. Aunque siempre podrán resarcirse buscando la buena música de los 90. Ahí lo dejo.

Puedes ayudarme a cumplir mi sueño de publicar mi primera novela realizando una microdonación en https://paypal.me/ioescritora?locale.x=es_ES o realizando una suscripción mensual de 2€ o 5€ en https://patreon.com/ioescritora
De ambas maneras estarás contribuyendo. Gracias infinitas.

Deja un comentario