El señor CaraAsco es el típico hombre que se queja por todo.

Es aquel que, cuando se sienta en una terraza y algún homeless se pone a tocar buena música le amarga el día:¡Y ahora musiquita…! ¡Y encima alegre! Si por lo menos fuera de llorar…

CaraAsco está sufriendo y disfrutando a partes iguales con esta situación pandémica,
porque no se ha visto en otra de poder soltar justificadamente tantos improperios por segundo
en su vida. El típico ser protestón, que a todo le ve una pega.

Es la negatividad hecha carne.

El pesimismo con patas que anda tan tranquilamente por la calle y que no te hueles que, en cualquier momento, soltará toda su ira, igual que un Tyrannosaurus Rex, con más hambre que el hidalgo del Lazarillo.

Su carácter de queja continua es totalmente contrario al de su pareja. Ella, aunque ansiosa, es la positividad y el optimismo personalizado.

Mientras él protesta hasta por una mosca que pasa, ella da las gracias por estar viva y poder ver la mosca, aunque después vaya diligentemente tras ella para cargársela con un trapo, mientras su gata la mira con admiración. Él ni se inmuta, atrapado por las fauces sofaísticas.

CaraAsco es desorganizado, mientras que ella tiene dos agendas, una para los objetivos semanales y otra para diario. Él va dejando la ropa por donde anda, Angustias tiene el vestidor como si fuera una tienda de ropa, ordenado y organizado por colores. Ella se desvive por estar presente, él adora el «hubiera, hubiese». Ella se pone de los nervios y, con infinita paciencia pero con los ojos como platos, saltándole de las órbitas, le dice que lo hecho, hecho está, que haga el favor de enfocarse en qué puede hacer ahora, si es que puede o quiere hacer algo sobre la situación en cuestión.

Angustias Ansiedades, conocedora de su genética un tanto defectuosa, hace deporte porque no quiere apolillarse; CaraAsco disfruta de unos genes envidiables, pero no mueve el culo del sofá -mirando coches de lujo de segunda mano-, a no ser que sea por trabajo o porque vayan a disfrutar de su tiempo libre, momento que aprovecha para quejarse de lo que odia a la Humanidad, así, en general y lo cansado que está, como si fuera a picar piedra a la mina, en lugar de a comerse unos churros con chocolate.

Ella se ríe de él, cachodeándose de su pachorra y su mal humor; él se parte el culo con las desazones de ella, doña bullitas, lo quiere todo para ayer, aunque se esfuerce -sin éxito-
en que no se le note. Ambos dos se conocen bien:
saben de sus fortalezas y sus debilidades, están en las buenas y en las malas.
Forman un tándem perfecto, porque se equilibran, como el Ying y el Yang.

Como una tortillita de camarones con encaje: perfecta en ingredientes, cantidad y ejecución. Ellos. Una pareja que dará que hablar y que escribir. El señor CaraAsco y doña Angustias Ansiedades.

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