No es «bloqueo de la escritora». Es que la impostora ha vuelto -en verdad nunca se fue- y me ha trincado con ganas:

«Escritora… jajaja», se carcajea la muy cabrona. «Lo que eres es una privilegiada, así cualquiera junta palabras y las publica: autoeditando. Escritora… Lo que eres es una floja». Y se queda tan ancha, la tía.

«La mayoría de los escritores hacen otras cosas además de escribir, tienen una profesión de la que viven, pero tú… Ni vives de escribir, ni de ninguna profesión. Sí, que has vendido algún librito, pero eso no te da ni para pagar el recibo de la luz que, por cierto, no ha llegado todavía… A ver cuánto te clavan».

«Sí, que estás empezando… Sí, claro.
Que vas a vender más libros que la Allende y vas a poder
comprarte un piso en la Alameda, no te jode».

«Sí, que has trabajado de muchas cosas y has echado más horas que un reloj… Pero no me seas más Giorgina. Como todos los mortales. Pero desde hace cuatro años no mueves el culo».

Sí, que desde entonces te preparaste las oposiciones, para hacer algo
con la carrerucha y el master ese que no sirven para nada,
y por 20 centésimas no entraste en Bolsa.
Sí, que te sacaste los cursos y el B2 en inglés».

«Sí, que tuviste el lujo de dejarlo todo -que recuerda casi nadie tiene, pijotera de tres al cuarto- y te pusiste a escribir. Bueno, primero te llevaste unos meses flojeando, publicando como pollo sin cabeza en redes sociales y haciendo cursos como si no hubiera un mañana, mientras pensabas -con toda la pachorra del mundo- sobre qué ibas a escribir».

«¿Que te crees, Community Manager? Nadie te ha contactado, ni siquiera como redactora, que era a lo que decías que te ibas a dedicar mientras escribías la novela, jajaja. Pero si además no te daría tiempo, pedazo de desastre, y menos ahora, con la publicidad del libro… Como si fuera a servir de algo, si es que eres más tonta…»

«Y sigues haciendo cursos, creyendo que aprendes cosas nuevas… ¡Y quieres ponerte a escribir la siguiente novela! ¡Con más de trescientos libros que te quedan ahí en las cajitas! Lo que no quieres es dar un palo al agua. ¡Floja, más que floja! ¡¡Vagaaaa!!».

Así es ella. Agradable, cariñosa, motivadora… Un pedazo de coñazo como la copa de un pino. Quizás se avergüence un poco, cuando se vea aquí y así retratada. A lo mejor me deja un poco en paz. A lo peor se emberrincha más.
Que grite, a ver si se queda afónica.

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