Estoy harta de estar muerta de miedo.

Recuerdo claramente la guerra del Golfo, en el año 1990: mientras estaba en el colegio escuchaba pasar los aviones y me cagaba de miedo, pensando que podrían tirar una bomba, ya fuera adrede o por accidente. Estaba segura de que podría ocurrir en cualquier momento.

Y yo vivía en Cádiz, alejada del conflicto. Pero escuchaba los caza pasar, con ese estruendo espantoso que hacía que me vibrara de miedo hasta el último pelo.

Miedo, miedo. ¡¡¡¡MIEDOOOOOOOOOO!!!!

Miedo de no encajar, miedo al rechazo, miedo a ser demasiado femenina, a no serlo lo suciente. Miedo a la muerte, miedo a morir, miedo al dolor, miedo al abandono.

Miedo a Hitler. Miedo a Putin. Miedo a su reacción, no vaya a ser que se cabree más de la cuenta. No vaya a ser que le toquemos los cojones. Mejor esperamos… A ver qué hace… No se va a atrever… Él dice que no va a atacar, mientras prepara la ofensiva y se felicita por tenerla más grande; entretanto los americanos se palmean las espaldas por conseguir haberle calentado los huevos hasta rompérselos.

Miedo a que se líe gorda. Miedo a que unos psicópatas hagan de las suyas sobre nosotros, personas que nada tenemos que ver con ellos y sus mierdas. ¿Quieren guerra? ¿Quieren miedo? Que se maten entre ellos, ¿qué pintamos nosotros ahí? ¿Acaso estamos en la Edad Media? ¿Quizás en el siglo pasado? Según nuestros smartphones diría que no… Pero el miedo es eterno y siempre es útil.

Actualmente nunca se tiene en cuenta a la población, solo para cuando hay que votar, y en las guerras: para salir con lo puesto, abandonar tu lugar, ser asesinado, violada. Criminales. Cuando ganan, ni nos enteramos. Cuando se les hinchan las pelotas, es la sociedad la que paga la conviá. Mataros entre vosotros, en serio. Me da igual. Eso no me da miedo. Más bien al contrario.

Miedo a la enfermedad, al Covid, a cogerlo, a contagiarlo.
A morir. Ahí está, de nuevo.

Nos inoculan el miedo a grandes dosis, sin parar, porque una población con miedo la forman personas achantadas, encogidas, con la voz baja y la cabeza gacha. Eso es lo que hace el miedo.

Nos hace manipulables porque no hay nada que nos dé más pavor que morir. No vaya a ser que dejemos de ser inmortales. Porque lo somos. ¿No? ¡¿Cómo que no?! Vaya, que nos hemos dado cuenta de que no y ahora están las salas de salud mental hasta la boca porque la gente padece un miedo irracional…

Un terror inyectado por los medios hasta la médula, que nadie se ha encargado de enseñar a gestionar porque no conviene. Un miedo que los psiquiatras de la Seguridad Social se encargan de mitigar a duras penas con pastillas mágicas que anulan el pánico… Y toda señal de identidad humana.

Vaya… Tenemos a una gran parte de población muerta de miedo, empastillada hasta las trancas, pegada a unas pantallas que adormecen cualquier forma de rebeldía real, inmunes a cualquier modo de autoconocimiento para enfrentar y disfrutar la vida tal como venga. Esperando a ser narrada por terceros, en lugar de vivirla. Que decidan otr@s: se consume todo lo opinado y criticado, da igual por quién, mientras un estremecimiento recorre el espinazo y los ojos se abren, horrorizados. Miedo.

Porque sí, me voy a morir, pero no de miedo. Estoy harta de miedo. ¿Y tú?

Puedes ayudarme a cumplir mi sueño de publicar mi segunda novela realizando una microdonación en https://paypal.me/ioescritora?locale.x=es_ES o realizando una suscripción mensual de 2€ o 5€ en https://patreon.com/ioescritora
De ambas maneras estarás contribuyendo. Gracias infinitas.

Puedes comprar mi primera novela, Cuando todo se volvió acuarela aquí:
http://www.ioescritora.com/cuando-todo-volvio-acuarela/
Y en versión digital en el siguiente enlace: https://n9.cl/tx2qn
También disponible en librerías.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s