Mucho se está hablando de la última serie protagonizada -y en parte producida- por Kate Winslet: Mare of Easttown. Si no la habéis visto podéis seguir leyendo; no hay destripe, solo reflexión.

Lo que parece una -muy buena- serie policiaca al uso, da lugar a algo mucho más profundo y que, con tan solo la evolución de la luz de la producción, se capta a poca atención que pongas.

Si vas a ver Mare of Easttown por la polémica creada, debido a la exigencia de Kate de no usar filtros y demás parafernalia, hazlo. Tras unos minutos se te habrá olvidado el motivo por el que la empezaste.

Dos días he tardado en verla. Magistral la actuación de la protagonista, cosa que no me sorprende, y soberbia la del resto del reparto, aunque debo hacer especial mención a Jean Smart (madre de Mare) y Julianne Nicholson (mejor amiga de la protagonista).

No. Mare of Easttonw no es una «serie de mujeres para mujeres» (leáse con el toniquete «ñiñiñiñi»). De hecho, no creo que exista ese género, pero ese es otro tema. Es una serie protagonizada por mujeres, eso sí. Sublime, también.

Es policiaca, sí. Pero no se queda en el envoltorio del caso a resolver ya que,
como pasa en la vida, todo se entrelaza.

No somos una persona en el trabajo y otra en casa, somos la misma, con nuestras mierdas -que todos tenemos en mayor o menor medida-, nuestras alegrías y problemas: el conglomerado que se produce entre un espacio y otro, porque la vida es eso y así. Ese punto de vista de equilibrio, en el que se engloba a toda la persona en su conjunto, no una única faceta de su vida, es lo que engancha. Aparte de que la trama no te deja darle al stop al finalizar un capítulo. «Otro y ya está…» Así empecé yo el sábado y la acabé el domingo.

Series policiacas sobre desapariciones hay… Un millón doscientas mil quinientas veinticuatro. Esta es diferente. Porque a través del caso en cuestión puede verse claramente otro proceso, doloroso y sanador, que no diré cuál es. Además el perdón, la empatía y la amistad están presentes en toda la serie, algo que siempre es -como poco- necesario.

Porque, al final, si ponemos de nuestra parte, siempre sale el sol. Mare of Easttown es libertad, aunque no cambies de lugar de vivir, de familia, ni de amigos. Porque para ser libre – y estar a gusto con una, o sea, feliz- algunas veces no hay que transformar el exterior, sino lo que llevamos por dentro.

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